lunes, 16 de diciembre de 2013

Monta Ellis es como Boba Fett jugando para los rebeldes y otras posibilidades de conquista épica


Es una frase muy repetida en las discusiones dentro de los bares de la ciudad: "la vida es una réplica de lo que pasa en Star Wars". Y sí, muchos de esos parroquianos tienen razón cuando la enuncian. También nosotros, que al parecer no logramos (no logro, para ser más justos) zafar de la comparación permanente entre la reverenciada Guerra de las Galaxias y la NBA.

Chistes aparte (?), creo que como toda narrativa apoyada en ídolos "buenos" y "malos" a los ojos del gran público, la NBA es un poco una dimensión de buenos, malos, malos que se hacen buenos y viceversa. El criterio caprichoso del hincha o seguidor poco objetivo encuentra que alguno de estos superhombres puede pasar de una franquicia "buena" a una "mala". Es por esto que LeBron James es para mí lo más parecido a Darth Vader que ha habido en la historia de la NBA, pero esto será materia de otro post.

Decía en el podcast del fin de semana pasado que Dallas me parece una franquicia "buena" o Jedi. ¿En qué fundamento semejanta afirmación liviana, ingenua y que denota un grado de ñoñez importante? Fácil: los Mavericks de Dirk Nowitzki fueron los únicos en derrotar a los Miami Heat de James, Dwyane Wade y Pat Riley, (el senador Palpatine hecho General Manager). Además, Dallas tiene en Dirk Nowitzki al gigante más querido de la liga, una especie de Papá Noel cuyo éxito era deseado hasta por hinchas de otros equipos y que llegó de la mejor manera: tapándole la boca a Wade y su comparsa.

Después de semejante triunfo en 2010, Dallas se conviertió en un equipo fantasma. Los "buenotes" seguían ahí: el viejo Dirk, el bonachón Shawn Marion y otros personajes queribles. Pero no le ganaban a nadie.

Este año, el viejo Dirk puede intentar darse una última vuelta por la final gracias a un aliado inesperado: Monta Ellis.

Ellis es uno de mis jugadores preferidos desde que retomé contacto con la NBA hace unos tres años. Era enero y yo estaría en casa, en un plan cuasi ermitaño sin más salida que al trabajo y con poco tiempo para el cuidado personal. No había siquiera una vianda mexicana de La Lupita porque en esos días, se sabe, en Montevideo todo se muere durante la primera quincena de enero. En esos días, la NBA regaló a todos sus usuaruios un full pass de 10 días para ver todos los partidos de la NBA. En el horario en que yo conectaba -horas medianamente altas de la madrugada- jugaban los Golden State Warriors de un aún más joven y en desarrollo Stephen Curry y de Monta Ellis, el jugador franquicia de la liga. Me impresionó mucho el juego del tatuado Monta, un tirador que se hizo incluso más letal cuando lo empecé a enfrentar en el NBA 2K12 que había comprado para el Playstation 3.


Monta (mon-tay, le dicen los relatores estadounidenses) me parecía un tipo ridículamente talentoso. Ellis tenía un guante en los tiros de 3 pero también podía entrar, valerse de su pequeñísimo tamaño y de su velocidad para atacar el aro (me recordó a la película de Earl Manigault, gloria trunca del basket callejero yanqui que levantaba billetes de dólar de la parte alta de los tableros con solo saltar) y un nada despreciable tiro interno.

Pero al poco tiempo los Warriors cambiaron a Monta y los medios les daban la razón, a pesar de que recuerdo que todo el estadio abucheó al GM en la cancha cuando lo hizo. Entonces, empecé a ver que Monta era una especie de vagabundo errante, con problemas por actitud pero ante todo, el motivo de varios tuits y artículos riéndose de lo comilón que es, del lastre que resulta para los equipos en los que juega porque además de ser complicado no cobra poco y ainda mais.

De pronto, casi de la nada, Ellis se va a Dallas casi en silencio y sin hacer ruido. Y así, empieza a mejorar sus números, lo que despierta la atención de la prensa una vez más. ¿Y si nos equivocamos y lo que precisaba Ellis era un buen técnico? Los Mavs tienen en Carlisle a uno de los veteranos con más idea para armar jugadas de ataque. Y con Nowitski en el medio, Ellis puede trabajar para tener muchos más "open looks" (así le llaman a las chances de tirar sin marca y con tiempo para pensar el tiro). Hoy, Ellis está promediando 20.9 puntos por partido y 5.6 asistencias por cada match. Son números algo mejores que los de su año pasado en Milwaukee (19.2, 6.0) pero en realidad, el juego de Ellis se nota mucho más. Es decir, pasó de la nada misma, de ser una especie de renegado en un cuadro que no iba a ningún lado (¡como boba Fett, el que secuestraba a Han Solo!), a ser parte de una nave que puede incluso llegar a darle una chance de pelear por algún título junto a gente que sabe de esto.

A mí, en honor a ese mes de enero de reclusión y mala comida, me pone muy contento. Vea si no, las cosas que Monta está haciendo este año:


PD: Sobre la película de Manigault que se puede ver entera en este link, una cosa más que nada que ver: fue la primera actuación de Kevin Garnett en el cine, nada menos que como Wilt Chamberlain. Link para el glorioso momento, aquí.

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